El viernes 17 de julio se realizó en Rosario una charla para dar a conocer el trabajo que viene desarrollando la Federación de Cooperativas de Vivienda Autogestionarias – Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (MOI-CTA). Fue en el marco de una reunión de coordinación de la organización, por lo que la actividad contó con representantes de diversos puntos del país que compartieron sus experiencias.
Fue una oportunidad para saber de qué se trata esto de formar cooperativas de vivienda y de trabajo para resolver colectivamente dos de los problemas que más aquejan a las clases populares.
La experiencia rosarina
Desde hace por lo menos dos años, un grupo de personas comenzó a reunirse en pos de generar organizaciones que den solución a los problemas de vivienda y hábitat que sufre buena parte de la población rosarina. De allí surgieron una cooperativa de vivienda, “La Creciente”, y una de obra que están en pleno proceso de trabajo. Actualmente vienen negociando con autoridades municipales del Servicio Público de la Vivienda y, en coordinación con el MOI de la ciudad de Santa Fe, con la Dirección Provincial de la Vivienda un convenio que les permita empezar una primera experiencia de construcción de viviendas. Los gobiernos otorgarían tierras y financiamiento para el proyecto que ejecutarían ambas cooperativas.
Dos jóvenes mujeres son ejemplo de integrantes de esta organización. Gabriela Macía es asistente escolar y afiliada a la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). Por la página de facebook del gremio se enteró de una reunión del MOI y decidió acercarse sin saber nada al respecto. “Enseguida me atrapó esta idea y de ahí no me fui mas. Es una idea genial y muy linda”, aseguró mientras le brillaban los ojos. Por su parte, a Berenice Polenta le faltan pocas materias para recibirse de arquitecta y trabaja en el Servicio Público de la Vivienda de la municipalidad de Rosario. Y se sumó a “La Creciente” por dos inquietudes: “porque yo alquilo y no tengo vivienda propia y porque desde el ámbito profesional me parecía más que interesante, no sólo como cooperativa de vivienda sino como cooperativa de obra, pensar la posibilidad de hallarse como profesional trabajando en estos ámbitos”.
Ambas forman parte de un colectivo de entre 10 y 12 familias que están consolidando la cooperativa de vivienda para poder acceder a la casa propia pero bajo esta otra mirada que se propone desde la Federación. En el marco del convenio que están trabajando con las autoridades, buscan la entrega de un terreno en Saladillo, frente al Parque Regional Sur que está abandonado hace más de 20 años. Allí, una empresa privada había empezado a levantar una planta y dejó una estructura ya construida a la que los miembros de “La Creciente” llaman cariñosamente “el bodoque”. El proyecto pretende refuncionalizar esa estructura para lo que serían las 12 viviendas, contemplando también un espacio comunitario que más adelante definirá la cooperativa en función de las necesidades reales que detecten en base a su inserción en el barrio. Todavía no saben a ciencia cierta si será ese el espacio que les entreguen, ya que aún no está cerrado el convenio, que además debe ser ratificado por el Concejo Municipal. Por eso vienen hablando con concejales y haciendo mucho trabajo político en ese espacio para lograr la ratificación.
Este panorama es alentador y por eso son muchas las ganas que le ponen estas jóvenes, que tienen claro que, además, el objetivo a mediano plazo es incidir en las políticas públicas de vivienda de la ciudad. “Esto es empoderar a cada uno de nosotros, para entender que la vivienda no es el fin sino un proceso en el que después se va por mucho más. Es una necesidad sentida, porque todos nosotros necesitamos una vivienda, pero en el camino te vas dando cuenta que eso es algo intermedio respecto de lo que después pretendemos, como es esto de darle un lugar de comunidad a tus hijos, poder pensar en otra forma de vivir con tus vecinos y tus compañeros y también en cómo educar, romper con algunas lógicas. Es también un proceso de desaprendizaje de cómo nos relacionamos en la ciudad”, señaló Berenice.
Para Gabriela, el MOI propone “hacer viviendas fuertes y dignas y que tengan todo lo que cada persona merece y debe tener para vivir”. Pero aclaró que no es algo cerrado, que se termina con este proyecto, sino que es una propuesta abierta a toda la comunidad. En el mismo sentido, Polenta aseguró que la idea es que el proyecto de “La Creciente” sea una experiencia piloto, “pensándolo como una herramienta para futuras cooperativas, a las que nosotros acompañaremos tal como muchísimos otros compañeros nos han marcado el camino”.
Se hace camino al andar
El viernes estuvo entre los integrantes de los paneles de la actividad, Néstor Jeifetz, arquitecto, coordinador del MOI a nivel nacional y uno de los fundadores de la Federación. El histórico militante recordó las bases de la organización, asegurando que se trata “de apostar a la construcción solidaria y plenamente humana”.
“Hay ejes que son ancestrales: la propiedad colectiva es la propiedad comunitaria de nuestros pueblos originarios; la ayuda mutua es la práctica solidaria colectiva, es la minga. La autogestión es revalorizarnos nosotros mismos, nuestras propias capacidades y la visión integral, no fragmentada, de la vida. Creemos que no necesitamos a nadie encima de nuestras cabezas, es imprescindible construir una vida de relaciones de iguales, en cuanto a no ser explotados por nadie, no tener patrones encima de la cabeza de nadie, porque nuestro pueblo no lo necesita”, afirmó.
Además, dejó claros algunos otros puntos que hacen a la esencia del MOI. “No tenemos una mirada del ’techito’ en el marco de la cultura de mierda del capital, donde llaman al pueblo a que se anote en un papelito y capaz que un día le tocan timbre y le dicen ’acá tenés la llave’, porque eso es parte del modelo donde las necesidades del pueblo son argumento, excusa y sustento de la ganancia empresarial. Nosotros pensamos que, al igual que a nuestros hijos, a nuestro hábitat lo tenemos que parir nosotros y engendrar y gestar con amor”.