El domingo 8 de este primer mes del 2017 de nos fue, un poco sorpresivamente, Cholita. Descontábamos que íbamos a festejar juntos uno de los objetivos por el cual Luchó buena parte de su vida: finalizar el conjunto de 16 viviendas de su querida cooperativa Yatay.
Su vivienda ya la había ganado hacía varios años al finalizarse la primera etapa de 6 viviendas; Pero quería, sentía y entendía que debía terminar la totalidad del conjunto. Su individualidad estaba profundamente atravesada por un sentimiento y una responsabilidad solidaria, por una profunda cultura cooperativa.
Nos conocíamos desde hace más de 25 años, cuando comenzamos a construir el MOI en el marco del fenómeno de ocupaciones de edificios, primera etapa de nuestra historia que transitados en la década que transcurrió desde fines de los 80 a finales de los 90.
Siempre contaba que, cuando la conocí en el edificio de Yatay – uno de los 3 edificios en los que trabajamos en el barrio de Almagro conjuntamente con el de Elwodoro Lobos y el de Gascon – decía que Cholita vivía en un «loft» debajo del tanque de agua del edificio de 7 pisos desde el cual bajaba y subía cotidianamente a pie al igual que las casi 40 familias que lo ocupaban.
Subiendo y bajando cotidianamente los y pisos desde su loft, impulsó fundamentalmente con sus compañeras – una de las tantas experiencias que ratificaba el importante rol de la mujer en la lucha por derechos humanos básicos – el proceso organizativo, proceso sostenido desde la convicción que Choli reiteradamente expresaba desde el «creíamos en lo que no veiamos».
Desde tal íntima convicción aportó todas sus capacidades para construir cotidiana y colectivamente el Derecho a vivir en la Ciudad en un Hábitat Humanamente Digno.
El 25% de las 40 familias «creyeron en lo que no habían visto» y conformaron su cooperativa de vivienda.
No pudieron parar el desalojo ni evitar el remate trucho y arreglado entre el Banco y la «Liga de rematadores».
Chola y el núcleo conformarme de la cooperativa volvieron a ocupar un predio por pocos meses, meses en los cuales juntos y como parte de las y los que estábamos construyendo el Movimiento – movimiento que decidimos construirlo el 21 de abril de 1991 en el patio del ex Padelai – y que formalmente conformamos como Asociación Civil en 1992- gestionamos y obtuvimos un préstamo de la Caja Nacional de Ahorro el cual, sumado a los ahorros que tímidamente venían realizando en la ocupación de Yatay, les posibilitó comprar en 1993 el predio de Pasaje Icalma en el barrio de Barracas. Predio que incluía una casa chorizo que les permitió transformar la misma en un PVT, el primer PVT de la organización.
Cuando impulsados la Mesa del 99 en la Legislatura para dar cumplimiento al concepto autogestionario explicitado en el artículo 31 de la Constitución del 96, Yatay ya había finalizado de pagar totalmente su inmueble, constituyendo en la historia del MOI en la única cooperativa que compró y pago un inmueble en el mercado.
Aprobada y promulgada la ley 341 en abril de 2000, Yatay formo parte de la experiencia piloto que propusimos e implementamos con la gestión Ibarra. Específicamente para Yatay implicó la ejecución de la estructura de hormigón armado de la primera etapa conformada por 6 unidades habitacionales.
Durante los primeros años del 2000, años en los que luchamos por la implementación de la ley 341 a través de una reglamentación que ratificará sus contenidos y no que los desnaturalizara, Choli fue parte cotidiana de este caminar de propuesta, gestión y lucha para instalar la primera ley Autogestionaria de Hábitat de Argentina.
En torno al 2006-2007, ya con la financiación de la 341 en marcha, encaramos la ejecución de la primera etapa completando la estructura que habíamos empezado en el marco de la experiencia piloto. Varias de las fundadoras fueron a Habitar lo que habían gestado, entre ellas, nuestra Chola.
Terminábamos una etapa y demolimos, no sin dolor, parte de la casa chorizo que nos recibió y cobijo como PVT luego del incruento desalojo inmobiliario.
Finalmente en los últimos años, encaramos la terminación de las obras de este pequeño conjunto; pequeño pero que proyectualmente sentó precedentes para el diseño arquitectónico en otras cooperativas… en CABA en su vecina cooperativa La Fábrica, en los proyectos de San Martín de los Andes y Tierra del Fuego y en los elaborados en Santiago de Chile en el marco del convenio-PAC.
En esta última etapa, habitando hacia ya varios años su propia vivienda, Chola se puso al hombro la finalización de las viviendas de sus compañeras y compañeros; se puso al hombro la finalización de las obras del conjunto cooperativo.
La fraternal y profundamente afectuosa actitud con que recibía a compañeras y compañeros de nuestro país y nuestra Patria Latinoamericana dejo siempre en cada uno de ellas y ellos un recuerdo imborrable y un profundo estímulo e incentivo para que fortalezcan su lucha cotidiana direccionada a concretar políticamente como Derechos Humanos Básicos el Acceso a una Ciudad Democrática y a una Vivienda Humanamente Digna y consecuentemente Bella.
Chola estuvo desde el primero al último día construyendo su cooperativa y su Movimiento.
Chola está y estará siempre viva y presente en las cabezas y corazones de cada uno de las y los integrantes del Movimiento.